Diciembre, con D de Deficiente

Llega diciembre, mes esperado por muchos comerciantes, donde se vende TODO! juguetes, ropa, comida, licores, perfumes, llantas, repuestos, muebles, electrodomésticos, adornos, etc, etc. Todo lo que nuestro sueldo, décimo y cupo de tarjetas de crédito pueda comprar, siempre acorde a las necesidades particulares de cada consumidor.

Como consecuencia al hecho de que todos los que estamos en relación de dependencia disponemos de doble sueldo en este mes, la oferta de bienes y servicios es más agresiva, ya que todos queremos sacar provecho de esa capacidad adquisitiva, diseñando promociones y ofertas que nos destaquen de la competencia, donde a primera vista sería el consumidor el beneficiado.

¿Es realmente el consumidor el beneficiado? ¿O los comerciantes? Es seguro que, aunque existan excepciones a la regla, a nadie le gusta meterse en un tráfico infernal, dar mil vueltas a 1kph en los parqueos o calles hasta encontrar un puesto, caminar entre verdaderas mareas humanas, esperar para ser atendido (en el mejor de los casos, porque lo normal es autoatenderse), competir con otro consumidor por productos que se agotan, hacer cola en la caja, luego para canjear los benditos cupones en el caso de los centros comerciales, luego padecer el proceso de salida hasta llegar agotado a su casa, solo para darse cuenta que, para variar, faltó comprar un par de cosas y al día siguiente se debe sufrir el mismo calvario.

Por otra parte, los vendedores, además de promociones, descuentos, combos o cualquier otro recurso comercial, ¿realmente se preparan para recibir a los consumidores? Supongamos una tienda de ropa, que ha diseñado promociones para agotar stock de prendas que han ido quedando en perchas a lo largo del año y deciden regalar una de ellas a quienes compren otras dos. El vendedor dirá a todos sus clientes: Si compra dos de estas camisas (por ejemplo), puede escoger cualquiera de estas como regalo (la famosa mercadería seleccionada). Ahora bien, esto puede tener mucho éxito e incentivar a la compra de dos prendas para obtener tres, en lugar de comprar solo una, pero ¿es esto suficiente para captar a un cliente y convertirme en su opción en el largo plazo? ¿No se dedican las empresas a diseñar estrategias que permitar tener una base de clientes fuerte y duradera en el tiempo? ¿Todo lo que hacemos durante 11 meses pasa a segundo plano porque ya es diciembre y hay que vender, vender, vender y seguir vendiendo?

Hagamos la prueba, ¿Recuerda en qué local compró su ropa el año pasado? Creo que solo quienes tienen lealtad absoluta hacia una marca en particular lo recordarán, porque siempre van a la misma tienda y usan la misma marca, consumidores de este tipo hay muy pocos. Otro podrán preferir ciertas marcas, pero la realidad es que si miran su closet encontrarán muchas marcas. Y la ropa es solo un ejemplo de la infinidad de artículos sobre los que podríamos hablar.

Su estrategia de marketing será deficiente, con D de diciembre, si olvidamos los principios básicos, si la diferenciación que ha caractérizado a su negocio, a sus marcas, desaparece hasta enero. Y probablemente le pase factura a todo lo que haga durante el año siguiente, ya que ese consumidor que no sintió diferencias, que vivió la misma amarga experiencia de compra en todos sus locales, seguro no apreciará el suyo el próximo año. Entre las incontables cenas y reuniones navideñas que tenemos en esta época, si descarta la compañía (amigos, compañeros, familiares), ¿recuerda la experiencia vivida en esos restaurantes?

Entonces, ¿Qué hacer? Fácil, si usted no conoce qué hace felices a sus clientes, tiene otros problemas que resolver primero, aproveche y empiece en enero. Si lo sabe, que no se le olvide en diciembre.

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